miércoles, 16 de diciembre de 2009

La Meditación de la Risa


La risa lleva un poco de energía desde tu fuente interna a tu superficie.

La energía empieza a fluir, sigue a la risa como una sombra, ¿te diste cuenta? Cuando te ries realmente, por un rato, estás en un profundo estado meditativo…se detiene el pensar.

Es imposible reír y pensar a la vez; son diametralmente opuestos: o te reís, o pensás. Si te ries realmente, dejás de pensar, si todavía estás pensando, la risa va a ser a medias, va a quedar rezagada…va a ser una risa mutilada.

Cuando te ries de verdad, de pronto desaparece la mente…según mi experiencia, el baile y la risa son las mejores puertas, las más naturales y las más accesibles.

Si bailás realmente, se detiene el pensar; sigues y sigues, das vueltas y vueltas, y te conviertes en un remolino se pierden todos los límites, todas las divisiones; ni siquiera sabés donde termina tu cuerpo y donde empieza la existencia…te disuelvés en la existencia y la existencia se disuelve en ti, se trascienden los límites.

Y si estás bailando de verdad no dirigiéndolo tu, sino dejando que te dirija, dejando que te posea, si te posee el baile, dejás de pensar…

Lo mismo pasa con la risa. Si te posee la risa, se detiene el pensar.

La risa puede ser una bella introducción a un estado de no pensar…


Instrucciones para la Meditación de la risa:

Cada mañana cuando te despiertás, antes de abrir los ojos, estirate como un gato; estirá cada fibra de tu cuerpo…después de algunos minutos, con los ojos todavía cerrados, empieza a reír; riete durante cinco minutos.

Al principio, lo vas a hacer tu, pero al rato el sonido mismo de tu intento va a causarte genuina gracia.

¡Pierdete en la risa! Pueden pasar varios días hasta que te llegues a reír realmente, porque estamos tan desacostumbrados a este fenómeno…

Pero después de un tiempo va a ser espontáneo y esto va a cambiarte toda la naturaleza del día.

El Buddha reilón

En Japón hay una historia de un Buddha reilón llamado Hotei. Toda su enseñanza era solamente la risa. Iba de un lugar a otro, de un mercado a otro…

Se solía parar en el medio del mercado y se empezaba a reír ése era su sermón…

Su risa era contagiosa, pegajosa: una verdadera risa…todo su vientre pulsaba de risa, se sacudía de la risa, se revolcaba en el suelo de la risa. La gente se juntaba para verlo, se empezaban a reír y entonces se extendía la risa; se creaban olas inmensas de risa y todo el pueblo se estremecía de la risa…

La gente solía esperar la llegada de Hotei a su pueblo, porque traía tanta alegría, tanto bienestar…Jamás pronunciaba una sola palabra…jamás. Le preguntabas sobre Buddha y se reía; le preguntabas sobre la iluminación y se reía; le preguntabas sobre la verdad y se reía…La risa era su único mensaje…

Dr. Manguito.